Mi naturaleza curiosa, hace que muchas cosas en la vida me llamen especialmente la atención. Una de ellas, son los nidos. Cada vez que encuentro uno, me detengo, lo observo y no dejo de maravillarme. El trabajo que hay puesto en esas hileras consecutivas de hojitas, ramas, barro, o espigas que se tejen a fuerza de un pico. Esa fragilidad aparente que resiste vientos y tormentas, es el resultado de la constancia y la paciencia para hacer hogar.
Los nidos me inspiran respeto y admiración. Detrás de cada uno, con sus respectivas formas de acuerdo a su especie, hay una vida que construye y prepara un nacimiento.
Y nosotros los humanos, nos apropiamos de esa expresión en nuestra vida cotidiana. Preparamos el nido cuando estamos por dar a luz, anidamos cuando ofrecemos protección y nos queda el nido vacío cuando los hijos parten.
El nido es eso: es calor, es cobijo, es seguridad, es trabajo, es paciencia y es símbolo de vida.
Que es estas Pascuas, nuestra casa se transforme en nido; en donde se pueda sentir y percibir el trabajo, el esfuerzo y la paciencia que ponemos cada vez que abrimos nuestros hogares a amigos y familia. Hagamos nido de nuestras casas para transformarlas en hogar y para que quienes entren cada vez, se sientan cobijados y a gusto con aquello que de corazón decidimos ofrecer.
¡Que tengan todas unas muy felices Pascuas!
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