Los scones son un clásico a la hora del té, pero tienen un secreto: la masa no se amasa y la manteca no se toca con las manos para evitar que se derrita. La opción salada se obtiene reemplazando el azúcar por queso rallado. Las dos variantes son deliciosas y fáciles de hacer.
Ingredientes
240 g harina 0000
1 cda. polvo de hornear
½ cdita. sal
1 huevo
1 yema
3 cdas. crema de leche
60 g de manteca
40 g de azúcar
c/n esencia de vainilla
1 huevo batido para pincelarlos
Procedimiento
Encender el horno a 190 grados.
Tamizar la harina, el polvo de hornear, la sal y el azúcar.
Aparte mezclar el huevo y la yema con la crema de leche, la esencia de vainilla
e incorporar a la masa.
Por último incorporar la manteca fría cortada con un cuchillo en cubitos (cuidar
que no esté derretida al cortarla).
Mezclar la manteca con el resto de los
ingredientes usando dos tenedores, nunca con las manos, hasta formar un
arenado.
Colocar la masa sobre la mesada y estirarla (sin amasarla ni alisarla) dejándola de 2 cm. de alto. Cortar los scones y colocarlos sobre una placa para horno enmantecada. Pincelarlos con 1 huevo batido o bien con un poco de azúcar.
Llevar a horno medio precalentado durante 12’ aproximadamente.
Acompañar con queso crema y mermelada.
Rinde 8 unidades grandes (usando un cortante de 6 cm de diámetro) o 12 pequeñas (usando un cortante de 4 cm de diámetro).
Servir calentitos.