No cocinaba remolacha. Nunca me gustó ni un poquito. Les confieso que son pocos los alimentos que me hacían arrugar la nariz y fruncir el seño como cuando me daban jarabe para la tos siendo chiquita. Hasta que mi hija menor fue a comer a la casa de una amiga y volvió fascinada con esa “cosa roja” que le dieron de comer… no sabía ni el nombre. Uno tiende a cocinar lo que a uno le gusta y sin querer limitamos a nuestro entorno de sabores diferentes. Me sentí en falta y entonces empecé a comprar remolacha. Había algo positivo en mi relación con ella: siempre quise que me guste. Me daba fastidio no incorporarla en mi cocina y ahí fue cuando decidí darle (o darme) nuevas oportunidades. Empecé con licuados frescos bien diluidos, sopas con bastante condimento, panes, purés, tartas y tal fue la fascinación que hoy no concibo mi cocina sin la dama roja que todo lo tiñe y que da el nombre a ese color tan especial que tiene: color remolacha… Aprovecho todo, remolacha, tallos y esas hojas prominentes con las nervaduras rojas que la hacen tan atractivas. A veces vale la pena darle una segunda oportunidad a las cosas; se pueden llevar una gran sorpresa, como yo con la remolacha y mi hija muy agradecida!
Ingredientes
1 manojo de hojas remolacha
1 cebolla grande
1 remolacha rallada gruesa
Tallos de remolacha picados
2 huevos
Sal sin abusar
Nuez moscada: más que una pizca
Pimienta a gusto
De media a una taza de harina
1 cdita de polvo de hornear
Leche o agua mineral con gas c/n
Dip:
Yoghurt natural, ajo picado, eneldo y sal
Procedimiento
Lavar las hojas de remolacha, picarlas y saltearlas durante no más de un minuto en una sartén con un poquito de aceite. Hacer lo mismo con los tallos triturados, pero saltearlos durante un par de minutos más. Reservar.
Pelar la cebolla, picarla y saltearla para que baje la intensidad. No necesita dorarse, sino que queden transparentes. Pelar la remolacha, rallarla gruesa y reservar.
En un bol, batir los huevos (a mi me gusta que estén bien bien batidos para que los buñuelos se inflen más durante la cocción) agregar todas las verduras reservadas, los condimentos, la harina, el polvo de hornear y mezclar hasta formar una pasta que se va a ver más o menos espesa de acuerdo con la cantidad de harina. Para aligerarla, agregar agua mineral con gas (esto también va a ayudar a que el buñuelo quede más aireado) sino, la leche, leche de arroz o de almendras, son perfectos sustitutos.
Dejar la pasta reposando durante 20 minutos.
Para cocinar los buñuelos tenemos dos opciones: freírlos u hornearlos.
Para freírlos exitosamente, el aceite debe estar bien caliente y volcamos la pasta tomando como medida una cuchara de postre o sopera, según el tamaño.
Si optan por hacerlos al horno, hacen lo mismo pero sobre una placa siliconada o enmantecada. Yo uso las placas para hacer muffins pinceladas con aceite y quedan como muffins más que como buñuelos. Igualmente los fritos son mis preferidos.